Las comunidades Quechua y Aimara de los Andes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú, celebran en esta fecha el día de la Pachamama.
Una celebración ancestral transmitida por los pueblos indígenas de América Latina se conmemora cada primero de agosto, se trata de un ritual en homenaje y agradecimiento a la Pachamama que da vida, nutre y protege.
“El ser humano está contenido por la Tierra como un feto por una madre gestante, estamos hechos de sus propios “genes” y materia, esto tiene una faceta emocional, ética y espiritual: amar, agradecer y cuidar a esa madre que nos dio la vida y nos alimenta. Y una faceta práctica: reconocer que cualquier cosa que le hagamos repercutirá sobre nuestro propio bienestar.”
Memorias del Congreso de Salud Socioambiental “Madre Tierra: una sola salud”, 2017.
Pedir abundancia y salud, bendecir a la tierra, a la siembra y las semillas, agradecer por la cosecha, regalarle alimentos, bebidas, música y otras ofrendas como símbolo de gratitud. Esta celebración nos invita a pensar sobre nuestro vínculo con ella y a comprender la interconexión que existe entre los seres vivos y la tierra.
“Los seres humanos no están separados de las criaturas con las que cohabitan en el planeta, incluyendo al agua, los pájaros y los montes. Estamos unidos, compartimos la misma matriz y somos interdependientes. Todo lo que hagamos en favor o en contra de ellos se devolverá en favor o en contra de nosotros, pero también implica reivindicar la salud para todas esas criaturas porque es su derecho, aunque ello no tenga efecto directo sobre los humanos. En suma, la salud del suelo, el agua, los microbios, el aire, los animales, las plantas y los humanos ya no pueden concebirse por separado. Hay que derribar esas fronteras imaginarias y volver a la unidad”
Madre Tierra: una sola salud, 2017.
Esta fecha nos recuerda indagar sobre saberes ancestrales, para dirigir nuestra mirada hacia el concepto de “Salud planetaria”, llevando el mundo de la medicina hacia el tratamiento de la salud de nuestro planeta, el cambio climático y la resistencia bacteriana.
“Tenemos que volver a imaginar qué es el ser humano y paralelamente el sentido de la vida. Necesitamos una nueva relación con la Madre Tierra, con las bacterias, reimaginar la civilización. Miremos hacia los pueblos indígenas, que nos proponen el Sumak Kawsay, miremos hacia las manos campesinas, que nos proponen la agroecología, miremos hacia el mundo microbiano, que se comunica y coopera en este planeta desde hace 2.500 millones de años.”
Madre Tierra: una sola salud, 2017.